Desde hace unos años, Lima, la capital peruana, viene atravesando un proceso poco común. Sea debido a la 'movida selvática' o a una mayor conciencia sobre el cambio climático o a otros factores, lo cierto es que esta ciudad, costeña y desértica, ha adquirido un perfil amazónico que antes no tenía.
Atrás parece haber quedado la ciudad aristocrática que se consideraba el centro desde donde emanaba cultura al resto del país. Sus poses, sus modas y sus gustos viajaban como signos de sofisticación a las provincias.
Casi de manera repentina, la ciudad de la ‘fina estampa’ empezó a contornearse con los ritmos acelerados de la cumbia selvática; el arte amazónico empezó a cubrir los muros de los más exigentes, y la comida de esa región, en un país obsesionado con su cocina, alcanzó niveles de gourmet. ¿Qué está pasando?
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La 'movida selvática'
En un viaje a Iquitos, considerada la capital de la Amazonía peruana, Christian Bendayán, director del Instituto Nacional de Cultura en esa ciudad, habló con BBC Mundo de lo que se conoce como la "movida selvática", que empezó en Lima a principios de los años 2000.
En ese grupo aparecen tanto artistas plásticos urbanos, el mismo Bendayán es uno de ellos, como artistas nativos que adquieren prestigio y notoriedad, como Pablo Amaringo, un chamán de la selva que consiguió transmitir el mundo del Ayahuasca en su obra pictórica.
Lo que aparentemente le dio una tarjeta de presentación al arte selvático, “la exhibición-madre que cambió la imagen de la Amazonía en la capital” explica Bendayán, “fue la organizada por la Fundación Telefónica, 'El Ojo Verde', en 2001, sobre arte tradicional amazónico”. De ahí siguieron varias más.
En esa misma época confluyeron en la capital peruana distintos grupos de artistas que apelan tanto a los gustos más sofisticados como a los más populares. Uno de ellos fue el grupo musical “Kaliente”, que en 2005 tiene un tremendo éxito con su cumbia “El embrujo”.
El restaurante Malabar, uno de los más exigentes y refinados de la capital, fue el primero a ese nivel en incluir insumos de la Amazonía, como el paiche o la cocona, que antes habían estado relegados a modestas cocinas provincianas.
Todavía exótico
Pero ¿se trata de un renacimiento cultural amazónico? Un escéptico de este fenómeno cultural es Silvio de Ferrari, curador de arte independiente y economista, para quien todo esto es un poco exagerado.
"Si está sucediendo, es muy débil”, le dijo a la BBC en Lima. “En general el arte amazónico se sigue viendo como algo exótico, lejano. En lo cultural, Iquitos sigue siendo una isla".
Lo que sí parece estar sucediendo es que estos cambios reflejan un país que, de una u otra forma, está tomando conciencia de los efectos del cambio climático en su territorio y el valor que tiene la Amazonía en un contexto global.
Después de todo, Perú no sólo es uno de los países más ricos en biodiversidad, sino uno de los más vulnerables al calentamiento global.
No es de extrañar entonces que esto haya dado lugar a una mayor sensibilidad hacia todo lo amazónico. La Amazonía, después de todo, siempre fue una región aislada y separada del resto del país.
Y lo que no se sabía antes, se sabe hoy: que en esas espesas y valiosas selvas no sólo hay grandes recursos, sino una diversidad de culturas que se habían mantenido ahí, guardianas de un mundo ancestral y místico.
Amazonía como símbolo
Es así que más allá del valor artístico de estas manifestaciones, lo que destaca Bendayán es el valor simbólico del proceso.
"A pesar de que la mayor parte del territorio es amazónico, Perú siempre se identificó como andino", señala.
Según de Ferrari, hay razones muy específicas que resuenan con el resto del país, como "las explotaciones de gas y de petróleo, que han puesto sobre el tapete a la Amazonía", le dijo a BBC Mundo.
Y añadió que hoy en día "hay una percepción que los nativos amazónicos nos están defendiendo a todos, al luchar por recursos que son de todos".
Cambio de piel
"Lo que está sucediendo", concluyó Bendayán, "es que el Perú por fin está empezando a reconocerse como país amazónico y no solamente andino".
Y Lima, si ya no es el único centro desde donde irradia toda la cultura, aún sirve de termómetro a los cambios que vienen sucediendo en el resto del país.
Si esto es verdad, que se está produciendo ese cambio, no sería de extrañar que en esta selva de nueve millones de personas sea más tentador para muchos entender el universo a través de esas visiones selváticas.
Visiones que hablan de serpientes de dos cabezas; de delfines que hacen el amor con los elegidos; de animales mitad humano-mitad bestia, que traen conocimientos y sabiduría ancestrales. Fuente: BBC MUNDO