Mientras el Gobierno despliega grandes esfuerzos para mejorar la infraestructura educativa del país, modernizándola y proporcionando a nuestros estudiantes los últimos adelantos tecnológicos para su formación integral, el robo sistemático de 278 computadoras en tres colegios emblemáticos de Lima es motivo de indignación y profunda preocupación para la ciudadanía.
Los tres planteles agraviados son el colegio Miguel Grau de Magdalena, Mariano Melgar de Breña y Bartolomé Herrera de San Miguel.
En el marco de la Reforma de la Educación, que tiene como meta principal implantar la excelencia educativa en todo el país, que permita una formación sólida de nuestras nuevas generaciones, el Estado está invirtiendo 320 millones de nuevos soles en la remodelación y equipamiento de 21 colegios emblemáticos de la capital, con tecnología de última generación.
También se ha dispuesto la inversión de 399 millones de nuevos soles para efectuar iguales reformas en los colegios emblemáticos de las capitales de departamentos y provincias de todas las regiones.
Se trata, sin duda, de un esfuerzo sin precedentes que va de la mano con la capacitación y evaluación permanente de los maestros mediante la instauración de la Carrera Pública Magisterial y, por otro lado, la distribución masiva y gratuita de textos escolares, uniformes y construcción de instalaciones deportivas.
Recientemente, el director Regional de Educación de Lima Metropolitana, Guillermo García Samamé, expresó su preocupación por la aparición de algunas pintas en colegios emblemáticos de la capital, lo cual obviamente atenta contra el ornato de los locales escolares y a la vez denota una actitud negativa y destructiva de ciertos grupos juveniles.
Ante esta situación, a todas luces censurable e intolerable, el viceministro de Gestión Educativa del Minedu, Víctor Raúl Díaz Chávez, ha anunciado que se instalarán cámaras de videovigilancia en los referidos planteles y que se dispondrá resguardo policial permanente.
Pero más allá de estas medidas perentorias y necesarias, es de urgencia que la comunidad educativa de cada colegio amenazado –léase padres de familia, estudiantes y maestros– tomen conciencia y se organicen para proteger un valioso patrimonio que les pertenece y así enfrentar en forma preventiva a la delincuencia.
Construir e implantar en el país una cultura de valores, donde primen el bien común, el saber y la cultura, es una tarea que no se logra de la noche a la mañana. Hay que empezar desde el hogar de cada alumno y, por supuesto, reforzar la conducta ética y moral en la escuela. Mientras tanto, es hora de organizarse y actuar con firmeza y prevención. Fuente: EL PERUANO (Editorial)